Abstract

El daño ocasionado por corrosión en materiales metálicos es un problema que genera elevados costos económicos y ambientales, que, en lo económico. Según el Banco Mundial, el costo global en Producto Interno Bruto (PIB) debido a la de corrosión fue de 96.1 billones de dólares estadounidenses para 2021, de los cuales, se estima que un 20% es debido a la corrosión que involucra la presencia de bacterias, sin embargo, no se cuenta con estadísticas sobre costos ambientales ocasionados por este problema [1]. La actividad corrosiva de microorganismos en superficies metálicas no clasifica como un tipo de corrosión, sino como un proceso o mecanismo que puede influenciarla e inclusive iniciarla o acelerarla, sin importar el tipo de corrosión que se genere. La única condición necesaria para iniciar o acelerar la corrosión microbiana en una superficie metálica, es la formación de biopelículas, las cuales están definidas como sistemas complejos debido a la biodiversidad en las mismas. Los microorganismos que la desarrollan generan diferentes metabolitos, los cuales inducen cambios físicos y químicos localmente, según los ecosistemas que se van desarrollando. Estos diferenciales en la interfaz del material producen reacciones electroquímicas que desfavorecen la estructura metálica. Por lo complejo de la naturaleza de estos procesos, normativas, procedimientos y metodologías de operación específicos patentados o establecidos para estudiar, evaluar, o combatir la acción de las biopelículas, son escasos [2,3]. Sin embargo, si se han reportado algunos métodos para mitigar su efecto [4,7]. En este trabajo se presenta una revisión de información recopilada bibliográficamente, relacionada con algunos aspectos relevantes de las biopelículas y la corrosión microbiana en superficies metálicas, la electroquímica, estudios microscópicos y medidas preventivas.